Un amigo. Algo que todo el mundo necesita. Alguien en quien confiar, alguien con quien disfrutar de las alegrías de la vida. En los momentos de dolor, alguien que nos acompañe para ayudarnos a soportar la carga. 

Los hijos de Coré que fueron perdonados sin duda tuvieron que apoyarse en sus compañeros después de que sus padres fueron tragados y enterrados vivos. Sus corazones los separaron del camino de su padre, ya que no estaba lleno de amargura hacia el Señor. Pero ahora había una nueva vida, un camino que tenían que forjar por su cuenta, ya que su padre no podía guiarlos. Tenían que buscar la guía de Dios en otra parte. El proverbio anterior decía que los amigos están ahí para ayudar en tiempos difíciles, y eso era exactamente lo que los hijos necesitaban. 

Los que hoy caminamos por una senda que no trazaron nuestros padres, también necesitamos la sabiduría piadosa, el aliento y la ayuda de los amigos llamados por Dios. Nuestro Salvador nos mostró lo que es un amigo, lo que necesitamos tener y lo que necesitamos ser para los demás. Necesitamos amigos que nos hablen de la vida cuando sentimos que está acabada, como hizo Jesús por su amigo Lázaro. Necesitamos amigos que recen por nuestra fe, como hizo Jesús por su amigo Pedro. Necesitamos amigos que recen por nuestra liberación de los poderes malignos, como hizo Jesús por María Magdalena. Necesitamos amigos que nos cubran con el amor tangible de Dios, haciéndonos sentir amados en su presencia, como hizo Jesús por su amigo Juan, cuya identidad se convirtió en "el que Jesús ama." 

Jesús es el mismo amigo para nosotros hoy como lo fue para la gente de arriba. Qué amigo tenemos en Jesús. El que nos renueva, nos salva, nos cambia, nos enseña, nos ayuda. El que nos muestra cómo ser amigo de los demás a partir del ejemplo perfecto que nos dio. Hoy, si no conoces a Jesús como amigo, pide al Espíritu Santo que te lo revele. Y pídele al Señor que te envíe amigos que edifiquen tu fe. Amigos que estén ahí cuando el camino por el que caminas se sienta solitario. Amigos que sean testigos de la obra del Señor en tu vida, que vean el quebrantamiento del que vienes y que escuchen tu canto de alabanza, tal como los amigos de los hijos de Coré habrían sido testigos.

Querido Padre Celestial,

Gracias por ser el Amigo perfecto, fiel, presente y lleno de gracia. En los momentos de soledad o dolor, recuérdame que Tú estás cerca. Ayúdame a reconocer y a valorar a los amigos que has puesto en mi vida, y enséñame a ser el tipo de amigo que eleva a los demás, les habla de la vida y los lleva de vuelta a Ti. Rodéame de aquellos que edifican mi fe y me ayudan a mantener el rumbo, incluso cuando el camino es difícil. Gracias por caminar siempre conmigo. Te lo ruego en el nombre de Jesús. Amén.

 

¿Estás cultivando relaciones que fortalezcan tu caminar con Cristo? Acércate a un amigo piadoso y agradécele su apoyo, o si necesitas uno, ora y busca intencionalmente una comunidad centrada en Cristo. Y sobre todo, inclínate hacia la amistad con Jesús, habla con él, camina con él y deja que su amor te enseñe a amar bien a los demás.